Octubre sin procesión
La procesión del Taytacha el Lunes Santo es, para muchos cusqueños, la única celebración
en el año. No es muy conocido que, en 1928, se instauró un día especial para rendir
homenaje al Señor de los Temblores. La decisión fue tomada por monseñor Pedro Pascual
Farfán de los Godos, como arzobispo del Perú, tal y como figura en la documentación
de la época. Mediante una exhortación pastoral, dispuso que se festejara al Señor de los
Temblores el último domingo de octubre, en el día de Cristo Rey.
Por la importancia de la exhortación, transcribimos partes de ella. El documento de
9 de octubre de 1928 dice así:
Amados hijos en Cristo Redentor: El último domingo del presente mes de octubre; celebra la Iglesia la festividad de Nuestro Señor Jesucristo como Rey del Universo; y habiendo nosotros juntado, con muy buen acuerdo, a esta festividad la de Nuestro Señor en su amadísimo título de los Temblores, a quien venera el Cuzco, como a su Patrón y Rey; justo es que todos, movidos por estas causas, nos preparemos debidamente con prácticas espirituales a celebrar dicha fiesta tal, como verdaderos vasallos de nuestro Rey, Cristo Jesús. Son dos, en efecto los motivos que nos conmueve a la digna y solemne celebración de esta fiesta: El ser católico y el ser cuzqueño. […] El otro motivo para celebrar dignamente esta solemnidad: que en ella celebran en el Cuzco la festividad de su augusto Patrón el Señor de los Temblores proclamado Rey del Cuzco. Dos homenajes rinden el Cuzco a esta veneradísima imagen: en el Lunes Santo yel día de Cristo Rey, desde 1926, año en que su Santidad Pío XI, gloriosamente reinante estableció esta festividad. El primer homenaje o sea del Lunes Santo, es penitencia, porque conmemora aquella fecha del año de 1650, en que un formidable terremoto asoló esta ciudad; y en medio de las calamidades fue consolada con la presencia de esta Santa Imagen, que desde entonces recibió el nombre con que la conocemos, y el Cuzco entero juró guardar vasallaje al Señor Crucificado en esta milagrosa imagen. Tanto por ser días de Semana Santa, que son días de recogimiento y de oración, que no permiten fiestas de regocijo: Cuanto por la fecha que se conmemora, que, como ha hecho, es de penitencia: Fue necesario establecer otra fiesta de gratitud, de reconocimiento en honor del Señor de los Temblores, y en efecto se fijó el 14 de setiembre, festividad trasladada hoy, por ser mas propia a la de Cristo Rey. […] y si quisiéramos encontrar algo especial en la Santa Imagen de que hablamos: a sus pies está el Escudo del Cuzco, en señal de que todos los cuzqueños le pertenecemos, a todos nos gobierna, a todos nos cuida, a todos nos protege. […] Dado a los 9 días del mes de octubre de 1928.
Esta exhortación pastoral sugiere la importancia religiosa de la celebración de octubre. Se organiza con mucha discreción, hasta tal punto que parte de los cusqueños no la perciben, ni tienen conocimiento de este culto. La principal razón puede ser que no hay procesión, pues es inimaginable una procesión del Taytacha en octubre. Hace algo más de veinticinco años, en la década de los ochenta del siglo pasado, surgieron nuevas formas de festividad, algunas públicas y otras reservadas a los cofrades, que participan activamente en la celebración, colaborando con los mayordomos. Las actividades culturales, más otras expresiones externas del culto, se desarrollan en espacios y tiempos claramente establecidos. Durante tres días (sábado, domingo y lunes), se efectúan variedad de actividades: la entrada, el sábado en la tarde; el domingo, el día de fiesta o día grande; el lunes concluye con una reunión reservada de los carguyoq –“los del cargo”–, sus familiares y colaboradores. Este culto sigue, por lo general, la organización de las fiestas patronales del Cusco urbano. El carguyoq y su esposa son los principales organizadores y responsables de la fiesta en sus aspectos religiosos y profanos.
Las actividades profanas se han añadido al culto religioso en las últimas dos décadas y comparten las características de otras celebraciones patronales rurales y populares urbanas. Esta tarea es llevada a cabo, en la actualidad, por dos cargos: el mayor y el de albazo. El primero, también llamado principal, es el responsable de organizar el culto al Señor de los Temblores; compromete a los que ofrecen misas de culto y obtiene su colaboración en la parte social de la celebración. El segundo, cuya tarea era antes responsabilidad del cargo mayor y que se creó hace no más de quince años, cumple diferentes actividades y no depende del cargo mayor, ni está subordinado a él, aunque es claro que existe cierta asimetría, porque este cargo es de menor importancia. Los dos carguyoq desarrollan, en forma conjunta, actividades sociales públicas. La fiesta de octubre tiene dos momentos. Uno sigue la tradición religiosa local, con misas en las mañanas que mandan a celebrar los devotos, por lo menos desde un mes antes del último domingo de octubre. Después de las misas, los cofrades desayunan juntos; es el momento para revisar el desarrollo de los preparativos, del culto católico y de las actividades sociales. La entrada es el sábado en la tarde, víspera de la fiesta de Cristo Rey. Los dos carguyoq y sus allegados se reúnen al final de la avenida El Sol, precedidos de músicos y grupos de danzas tradicionales. El estallido de los cohetes anuncia la fiesta. Ambos carguyoq visitan a sus sucesores del próximo año, y los invitan a dirigirse a la Catedral.
Los mayordomos del albazo van precedidos por los encargados de encender cohetes. Forma parte del cortejo el Negro, que jala un burro con esquila y apero coloridos. La Waylaka es un varón vestido de mujer desgarbada, poco femenina, que en ocasiones está maquillado y luce vestidos elegantes, que ponen en duda su real identidad. Ambos personajes buscan divertir a los espectadores. Acompañan al cargo mayor los devotos que asumen la responsabilidad de organizar la celebración del próximo año.
Los grupos de danzantes tradicionales del Cusco bailan durante todo el trayecto a la Catedral. Los dos grupos ingresan a la Catedral para entregar al deán los regalos que donan para el culto, especialmente el relacionado con el Taytacha. Se donan vinajeras, botellas de vino para misa, cirios, manteles, joyas, cantoneras, clavos de plata para la cruz y un sinfín de bienes propios del culto. En una oportunidad incluso donaron una corona de plata con piedras preciosas. También donan pelucas, plumas de avestruz para los floreros del anda del Taytacha y muchos otros objetos de acuerdo con el criterio y devoción de los cofrades. Todas las donaciones se registran en un libro especial, firmado por los donantes y los encargados de recibir las donaciones. Con los mayordomos, ingresan a la Catedral los grupos de danzas. Terminada la recepción de donaciones, interpretan sus danzas y coreografías. Es un privilegio especial bailar para el Taytacha y es importante resaltar la seriedad e indudable fe con la que danzan, al punto de conmover a los presentes.
El ambiente es de severidad, alegría y respeto, hecho que refleja la fe de los concurrentes. La noche se llena de fuegos artificiales: la sucesión de explosiones y luces multicolores de los castillos iluminan la plaza, divirtiendo a la multitud allí reunida, que puede saber o no la razón del espectáculo. El domingo se oficia la misa de fiesta, a la que asisten los cofrades e invitados. Al concluir la misa se retiran para compartir el almuerzo con chiriuchu como plato central.
Amados hijos en Cristo Redentor: El último domingo del presente mes de octubre; celebra la Iglesia la festividad de Nuestro Señor Jesucristo como Rey del Universo; y habiendo nosotros juntado, con muy buen acuerdo, a esta festividad la de Nuestro Señor en su amadísimo título de los Temblores, a quien venera el Cuzco, como a su Patrón y Rey; justo es que todos, movidos por estas causas, nos preparemos debidamente con prácticas espirituales a celebrar dicha fiesta tal, como verdaderos vasallos de nuestro Rey, Cristo Jesús. Son dos, en efecto los motivos que nos conmueve a la digna y solemne celebración de esta fiesta: El ser católico y el ser cuzqueño. […] El otro motivo para celebrar dignamente esta solemnidad: que en ella celebran en el Cuzco la festividad de su augusto Patrón el Señor de los Temblores proclamado Rey del Cuzco. Dos homenajes rinden el Cuzco a esta veneradísima imagen: en el Lunes Santo yel día de Cristo Rey, desde 1926, año en que su Santidad Pío XI, gloriosamente reinante estableció esta festividad. El primer homenaje o sea del Lunes Santo, es penitencia, porque conmemora aquella fecha del año de 1650, en que un formidable terremoto asoló esta ciudad; y en medio de las calamidades fue consolada con la presencia de esta Santa Imagen, que desde entonces recibió el nombre con que la conocemos, y el Cuzco entero juró guardar vasallaje al Señor Crucificado en esta milagrosa imagen. Tanto por ser días de Semana Santa, que son días de recogimiento y de oración, que no permiten fiestas de regocijo: Cuanto por la fecha que se conmemora, que, como ha hecho, es de penitencia: Fue necesario establecer otra fiesta de gratitud, de reconocimiento en honor del Señor de los Temblores, y en efecto se fijó el 14 de setiembre, festividad trasladada hoy, por ser mas propia a la de Cristo Rey. […] y si quisiéramos encontrar algo especial en la Santa Imagen de que hablamos: a sus pies está el Escudo del Cuzco, en señal de que todos los cuzqueños le pertenecemos, a todos nos gobierna, a todos nos cuida, a todos nos protege. […] Dado a los 9 días del mes de octubre de 1928.
Esta exhortación pastoral sugiere la importancia religiosa de la celebración de octubre. Se organiza con mucha discreción, hasta tal punto que parte de los cusqueños no la perciben, ni tienen conocimiento de este culto. La principal razón puede ser que no hay procesión, pues es inimaginable una procesión del Taytacha en octubre. Hace algo más de veinticinco años, en la década de los ochenta del siglo pasado, surgieron nuevas formas de festividad, algunas públicas y otras reservadas a los cofrades, que participan activamente en la celebración, colaborando con los mayordomos. Las actividades culturales, más otras expresiones externas del culto, se desarrollan en espacios y tiempos claramente establecidos. Durante tres días (sábado, domingo y lunes), se efectúan variedad de actividades: la entrada, el sábado en la tarde; el domingo, el día de fiesta o día grande; el lunes concluye con una reunión reservada de los carguyoq –“los del cargo”–, sus familiares y colaboradores. Este culto sigue, por lo general, la organización de las fiestas patronales del Cusco urbano. El carguyoq y su esposa son los principales organizadores y responsables de la fiesta en sus aspectos religiosos y profanos.
Las actividades profanas se han añadido al culto religioso en las últimas dos décadas y comparten las características de otras celebraciones patronales rurales y populares urbanas. Esta tarea es llevada a cabo, en la actualidad, por dos cargos: el mayor y el de albazo. El primero, también llamado principal, es el responsable de organizar el culto al Señor de los Temblores; compromete a los que ofrecen misas de culto y obtiene su colaboración en la parte social de la celebración. El segundo, cuya tarea era antes responsabilidad del cargo mayor y que se creó hace no más de quince años, cumple diferentes actividades y no depende del cargo mayor, ni está subordinado a él, aunque es claro que existe cierta asimetría, porque este cargo es de menor importancia. Los dos carguyoq desarrollan, en forma conjunta, actividades sociales públicas. La fiesta de octubre tiene dos momentos. Uno sigue la tradición religiosa local, con misas en las mañanas que mandan a celebrar los devotos, por lo menos desde un mes antes del último domingo de octubre. Después de las misas, los cofrades desayunan juntos; es el momento para revisar el desarrollo de los preparativos, del culto católico y de las actividades sociales. La entrada es el sábado en la tarde, víspera de la fiesta de Cristo Rey. Los dos carguyoq y sus allegados se reúnen al final de la avenida El Sol, precedidos de músicos y grupos de danzas tradicionales. El estallido de los cohetes anuncia la fiesta. Ambos carguyoq visitan a sus sucesores del próximo año, y los invitan a dirigirse a la Catedral.
Los mayordomos del albazo van precedidos por los encargados de encender cohetes. Forma parte del cortejo el Negro, que jala un burro con esquila y apero coloridos. La Waylaka es un varón vestido de mujer desgarbada, poco femenina, que en ocasiones está maquillado y luce vestidos elegantes, que ponen en duda su real identidad. Ambos personajes buscan divertir a los espectadores. Acompañan al cargo mayor los devotos que asumen la responsabilidad de organizar la celebración del próximo año.
Los grupos de danzantes tradicionales del Cusco bailan durante todo el trayecto a la Catedral. Los dos grupos ingresan a la Catedral para entregar al deán los regalos que donan para el culto, especialmente el relacionado con el Taytacha. Se donan vinajeras, botellas de vino para misa, cirios, manteles, joyas, cantoneras, clavos de plata para la cruz y un sinfín de bienes propios del culto. En una oportunidad incluso donaron una corona de plata con piedras preciosas. También donan pelucas, plumas de avestruz para los floreros del anda del Taytacha y muchos otros objetos de acuerdo con el criterio y devoción de los cofrades. Todas las donaciones se registran en un libro especial, firmado por los donantes y los encargados de recibir las donaciones. Con los mayordomos, ingresan a la Catedral los grupos de danzas. Terminada la recepción de donaciones, interpretan sus danzas y coreografías. Es un privilegio especial bailar para el Taytacha y es importante resaltar la seriedad e indudable fe con la que danzan, al punto de conmover a los presentes.
El ambiente es de severidad, alegría y respeto, hecho que refleja la fe de los concurrentes. La noche se llena de fuegos artificiales: la sucesión de explosiones y luces multicolores de los castillos iluminan la plaza, divirtiendo a la multitud allí reunida, que puede saber o no la razón del espectáculo. El domingo se oficia la misa de fiesta, a la que asisten los cofrades e invitados. Al concluir la misa se retiran para compartir el almuerzo con chiriuchu como plato central.
Octubre sin procesión
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