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EL SEÑOR DE LOS TEMBLORES

EL SEÑOR DE LOS TEMBLORES Origen del culto El culto al Señor de los Temblores surge tras el terremoto de 1650, que remeció y destruyó gran parte de la ciudad. Años después, Diego de Esquivel y Navia, en Noticias cronológicas de la gran ciudad del Cuzco, escribió: Día 31 de marzo, jueves, después de la dominica Laetare, cuarta de cuaresma, estando la luna en conjunción (que pasó a las once horas y diez minutos del día) […] acaeció en esta grande ciudad del Cuzco y sus provincias un terremoto, el más formidable de cuantos se habían experimentado en estas partes. Acerca de la hora varían las relaciones, en el cuadro que para memoria de este lamentable caso mando pintar don Alonso Cortés de Monroy y está a la entrada de la Iglesia Catedral a mano derecha, se lee haber sido a la una y media de la tarde. En el tercer libro de Cabildo eclesiástico, a fojas 172, se dice como a las dos. […] Fray Diego de Córdova […] lo pone a las dos […]1 . El terremoto fue devastador, la duración […] fue de más de dos credos rezados […]. De acuerdo a la cartela del cuadro de Monroy duró […] por tiempo de casi un cuarto de hora2 . Esquivel y Navia continúa señalando los destrozos ocasionados por el terremoto: Fue tan horrible que en este breve espacio echó por tierra los mejores edificios de aquella nobilísima ciudad, sus casas, los conventos, las iglesias suntuosamente fabricadas. No se reduce a razón, ni explicación humana la turbación de este conflicto: porque fueron muchas las desdichas que concurrieron para hacerle de todas maneras espantables, pues se vieron los hombres tan apriesa desposeídos de sus haciendas y asaltados de la muerte, que apenas les daba lugar a llamar la madre al hijo, a la mujer el marido, y el amigo a sus compañeros3 . El relato refleja el impacto del terremoto, la destrucción de la ciudad y también el origen del culto al Cristo, conocido popularmente desde entonces como Señor de los Temblores y Taytacha Temblores.Los espantados cusqueños sacaron en procesión imágenes de diversa devoción de la Catedral, sin que hubieran cesado los movimientos. Según la leyenda, alguien se fijó en un cajón recién llegado de España, al que no habían prestado atención hasta ese momento. Al abrirlo, encontraron la imagen de Cristo crucificado. Fue el último que sacaron en procesión; de inmediato, cesaron los temblores y volvió la calma a la población. Así comenzó el culto multitudinario a la imagen, popularmente conocida como Se- ñor de los Temblores. Con el transcurso del tiempo, han surgido otras denominaciones, como Patrón Jurado del Cusco y Taytacha Temblores, que es el más popular. “Tayta” es una palabra castellana a la que se añade el sufijo quechua “-cha”, que la convierte en diminutivo y expresa afecto en grado sumo. En el habla cusqueña, denota amor y cariño, aunque erróneamente se supone que “tayta” es quechua. Esquivel y Navia también da cuenta de que don Alonso Cortés de Monroy, devoto de la Virgen de los Remedios, mandó pintar un cuadro de grandes dimensiones, con escenas realistas y dramáticas del terremoto: casas sin techo y agrietadas, incendios, gente arrodillada que imploraba protección divina. También figura la procesión del Señor de los Temblores, con gran acompañamiento de vecinos del Cusco. Observando el cuadro puede recorrerse el Cusco del siglo XVII: figuran las plazas de Huacaypata y Cusipata, y la de San Francisco, con el templo del mismo nombre, en aparente edificación. Las calles centrales y la gran plaza son similares a las actuales. El óleo es conocido como el cuadro de Monroy y el pintor es anónimo. Actualmente se encuentra en la capilla de Santiago Apóstol, en la nave del Evangelio de la Catedral.
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